Celebración XXV Aniversario mes de Septiembre

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Celebración XXV Aniversario mes de Septiembre

Celebración comunitaria

6 – septiembre – 2021

MONICION DE ENTRADA

En estos meses de preparación para el XXV ANIVERSARIO DE LA BEATIFICACIÓN DE MARIA ANA MOGAS, hemos celebrado los rasgos más característicos de nuestra M. Fundadora y, por ello, de nuestra Familia Carismática. Hemos recordado el hecho mismo de la Beatificación y, para ello, hemos escuchado el testimonio de hermanas y laicos de los diversos países que estuvieron en Roma ese día y han compartido cómo esa experiencia ha marcado su vida. A partir de estas reflexiones y testimonios, hemos intentado reavivar en nosotros su espíritu, para que el hecho de la Beatificación, no sea un mero recuerdo a celebrar, sino un compromiso que nos haga vivir más fielmente la vocación y el carisma que hemos recibido, y vivirlo en familia.

Este mes, tan cercanos ya al 6 de octubre, recordamos y agradecemos un hecho importante: somos familia que crece día a día con la fuerza del carisma recibido que se ve expandiendo. Entre nosotros, formando parte de esta familia hay muchos jóvenes y niños que, no vivieron en primera persona la beatificación, pero han recibido su mensaje y su empuje. Por ellos damos hoy gracias a Dios.

ESCUCHAMOS TU PALABRA

Jesús, después de la resurrección, no solo pide a sus discípulos que sean buenos seguidores suyos. Les pide algo más, les encomienda una misión que dará sentido a su vida y a la vida de la Iglesia: “haced discípulos” y para ello, no basta con anunciarlo a los que nos rodean…. El mismo Jesús nos abre a la dimensión universal de esta misión que nos encomienda, “Id”, salid, poneos en camino…. A todos, los pueblos. A todas las personas, a todos los tiempos.

En el evangelio que vamos a escuchar nos llena de alegría la promesa del Señor, “Yo estaré con vosotros…” como nos dice Mateo. Siempre que anunciamos la Buena Noticia Jesús mismo nos acompaña y sostiene. Y esta presencia suya se traduce en nuestra vida en las actitudes y hechos que podemos vivir: aliviar a los enfermos, hablar y entender lenguas diversas, superar los venenos que nos alcancen…

Acogemos la Palabra de Dios:

Jesús les dijo: “Id por todo el mundo y anunciad a todos la Buena Noticia. El que crea y sea bautizado, será salvado; pero el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, cogerán serpientes con las manos; si beben algún veneno no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán. (Mc. 16, 15-18)

… Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20)

Meditamos unos momentos en silencio, ¿cómo anuncio yo la Buena Noticia con mis palabras y con mi vida? ¿Salgo de mi ambiente para llegar a más personas que no han oído hablar de Jesús o aun no le han descubierto? ¿Cómo y en qué experiencias personales o comunitarias descubro la presencia de Jesús vivo a mi  lado? ¿Qué lenguajes soy capaz de hablar y de entender, el de la misericordia, el del perdón, el del servicio…? ¿Qué venenos supero o que enfermedades de los demás alivio?

Podemos terminar este momento escuchando una de las antífonas que María Ana solía repetir en oración:

https://noviciadoiberica.wixsite.com/oramosconanamogas/antifonas

RECORDAMOS…

Este mandato o misión fue también la misión que animó la vida de María Ana. Llegar más lejos, llegar a todos, llegar a las niñas que no tenían posibilidades de educación, llegar a las mujeres que en su humilde trabajo eran explotadas, para enseñarles a vivir como hijas de Dios, con dignidad.

Y ella descubre la presencia del Señor a su lado, en las hermanas que se le van uniendo, en las escuelas que poco a poco y en medio de muchas dificultades, va pudiendo abrir…  En definitiva en el crecimiento de esa pequeña semilla que ha recibido y que va creciendo y desarrollándose.

Como buena franciscana, su forma de anunciar la Buena Noticia de Jesús es primero con su vida y solo en algunas ocasiones con su palabra, para corroborar esta. Así trata de hacer presente el amor de Jesús a cada persona amándola ella primero, para anunciárselo después. Y lo hace de tal forma que las que vivieron con ella exclamaban:

“Entre la Fundadora, Hijas y niñas, existía una perfecta unión; parecían una sola alma, un solo corazón. Y es que la Madre era como un eslabón que unía muchas cadenas, engarzadas en el más profundo amor de Dios” (Testimonio de Soledad Pérez. Tomado de Rasgos, pg. 36)

Su intento de unir a cada persona con Dios la llevaba a amarlas de tal forma que se sintiesen unidas entre sí. Según anunciaba a Jesús se esforzaba por hacer familia, por hacer comunidad entre sus seguidores. Por eso, las personas que trataban con ella, se sentían unidas entre sí. Y en esa unión experimentaban la presencia y la ayuda de Dios.

Y esto que hacía con las primeras hermanas y las niñas de los primeros colegios, lo extendía a los enfermos, a los que cuidaba en sus casas y pedía a las hermanas que lo hiciesen así:

“…asistir a los enfermos en sus casas, especialmente a los que por su situación necesitan de mayor asistencia y carecen de recursos para procurárselos…” (Regla y Estatutos de las Terciarias Franciscanas. Citados por Rasgos pg. 94)

Y no solo a las personas más necesitadas, su forma de anunciar la Buena Noticia, expresada en su amor y atención por todos era percibida en su entorno, como leemos en este testimonio del pueblo de Fuencarral:

“…el pueblo que presenciaba constantemente las familiares reuniones de la Madre con las niñas y que no se le ocultaba que, por donde quiera que iba, sembrando el bien, veían a través de su burdo sayal franciscano, un alma de gran temple que ardía en aquella caridad que Jesús usaba para los pequeñuelos y los pobres…” (Verónica Illera. En Rasgos pg. 80)

De tal forma se sentía familia unida en Dios que esta realidad le hacía exclamar:

“¡Que felicidad servir a Dios y amarse mutuamente! Fuera de vosotras rencillas y divisiones. Soportaos en vuestras imperfecciones con ese amor fraternal que todo lo sufre y todo lo disimula. No os quejéis nunca de nada ni de nadie” (Gloria Sánchez. Rasgos pg. 37)

Frases que hacen resonar en nosotros aquel “El Señor me dio hermanos” de San francisco. O esa otra: “Cualquiera que venga a vosotros, sea amigo o enemigo, sea tratado como hermano” Porque ser hermanos, ser familia y hacer crecer esta en nombre del Señor Jesús es nuestra auténtica vocación y misión.

Nuestra familia, la familia de María Ana, ha seguido creciendo después de la Beatificación por la palabra y el testimonio de los que la vivimos entonces. Hoy, veinticinco años después, jóvenes y niños, de muchas latitudes se sienten vinculados a Maria Ana, y la tienen como modelo y referente en su crecimiento como seguidores de Jesús. Escuchamos ahora sus testimonios, que nos llegan de Bolivia y España:

https://youtu.be/CF-TwtWgxf0

REAVIVAMOS Y RESPONDEMOS AL DON RECIBIDO

Cada uno de nosotros, los adultos que hoy formamos la familia de María Ana, hermanas religiosas, laicos asociados, educadores de nuestros colegios, voluntarios, padres y madres de familia, devotos de Maria Ana, nos sentimos responsables de hacer crecer su familia, en número sí, pero sobre todo en fidelidad a su espíritu.

Queremos ser, como ella, ese eslabón que une a las personas entre sí. En ello nos comprometemos y para ello pedimos ayuda al Señor.

Hoy vamos a iniciar nuestra oración entregando a cada persona, o preparando cada uno si es online, trozos de cartulina de colores, un bolígrafo, tijeras y pegamento.

En unos momentos de silencio pensamos en personas o grupos a los que tratamos de unir, o hemos unido… a los que hemos hablado de María Ana y con los que compartimos el mismo carisma que gratuitamente hemos recibido.

Los escribimos, cada uno en uno trocito de cartulina.

Terminado este tiempo, pasamos al compartir: cada uno de los asistentes va nombrando a las personas o a los grupos a los que ha ayudado a formar parte de la familia de Maria Ana. Toma el trocito de cartulina en que está escrito y lo enlaza con los anteriores usando el pegamento, de forma que poco a poco vaya creciendo la cadena que representa a nuestra familia carismática.  (Si la celebración es online os invitamos a buscar un programa con el que podáis compartirlo como Padlet, mentimeter, etc.)

Cuando cada uno termina todos repetimos:

Todos: Guárdanos unidos en familia, Señor.

Al terminar rezamos unidos la oración que nos hace hijos e hijas de Dios: Padre nuestro…

Y cantamos: “Nos une Dios Padre en el amor…” u otra parecida.

Terminamos rezando juntos:

ORACION FINAL

Rezamos juntos esta oracion que os invitamos a rezar cada día hasta el 6 de octubre

Padre nuestro, Señor de la vida,

Hoy como ayer, acudimos a ti

como familia comprometida con el legado de María Ana.

Queremos seguir haciendo camino de encuentro en la fe,

compartiendo la esperanza de paz, bien y justicia para todos

y siendo en cada lugar, misioneros de un amor sin fronteras.

Te lo pedimos por mediación de la Beata Maria Ana,

madre y maestra de caridad verdadera. Amén

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Nota: Los que queráis y podáis hacerlo, mandadnos, por favor, una foto de la cadena que ha resultado de vuestra celebración. Hacedlo a familiamariaana@gmail.com La compartiremos en Telegram. Gracias


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